Cine y literatura.

viernes, 29 de octubre de 2010

EL PENSAMIENTO DE LO CÓMICO

                    

                                                                 Buster Keaton tuvo una muerte ejemplar:
                                                                  Alguien frente a su cama observó:
                                                                  -Ya no vive
                                                                  ­- Para saberlo, debes tocarle los pies,
                                                                  la gente muere con los pies fríos.
-Juana de Arco no –dijo Buster y quedó
                                                                   muerto.
                                                                         Anécdota de Bioy Casares, en La Nación

Como problema filosófico, sólo en la actualidad se ha considerado la risa y lo cómico, no parece haber sido un problema central de la filosofía en la antigüedad.
El hombre, desde el punto de vista de lo cómico, es un ser obstaculizado. De este obstáculo nace la esperanza y correlativamente, el fracaso.
Si bien el fenómeno cómico ocurre inicialmente en el pensamiento – y sin éste no sería posible- , enseguida comprende el cuerpo, como se ve por la vibración que tiene lugar en sus órganos. Ahora bien,  esta sensación de agrado refluye luego sobre el pensamiento. La risa procede de una expectación tensa que luego se frustra o se vuelve nada. Para el pensamiento, lo cómico es ingrato (pues frustra, traba su modalidad lógica), pero una vez en el cuerpo, tiene un efecto benéfico.
Este efecto benéfico corporal redunda sobre el pensamiento.
El pensamiento en primera instancia, no siente agrado por lo cómico, porque quiere que sus intenciones se cumplan. Lo que más le duele es caer  en una trampa; sin embargo lo cómico en sí es una forma de pensamiento, lo que ocurre es que es una forma de pensar que opera deconstruyendo lo construido por el otro tipo de pensamiento, que no conoce otra cosa que la construcción como acción pensante. Esta modalidad deconstructiva del pensamiento cómico no actúa sin embargo en forma caótica, si bien su efecto puede ser este, sino teniendo en cuenta las condiciones en las que el pensamiento serio (así vamos a llamar al pensamiento que construye) funciona.
La existencia de un pensamiento de lo cómico es deducible del hecho que si el pensamiento serio y su modalidad es desengañada, la acción de desengañar tiene forzosamente que ejercerse desde otra forma diferente de pensamiento.
El pensamiento cómico se diferencia  del otro mediante la afirmación de lo material sobre lo espiritual, y lo hace de una manera sorpresiva. Mientras creemos que continuamos en el pensamiento serio, se nos revela de golpe, el cómico, es decir, mientras creíamos que estabamos refiriéndonos a lo espiritual, venimos a caer en lo material.
 Esta forma de presentarse del pensamiento cómico nos permite distinguir ya en primer lugar, la importancia que tiene el equívoco para su funcionamiento, en segundo, que su naturaleza es básicamente heterogénea  (en el sentido de jugar con lo fluido y lo sólido a la vez) y  que siempre se mueve dentro de lo heterogéneo.
 De esto podemos derivar dos cosas: que el pensamiento cómico tiende a ser contrainstitucional, contestatario, y que por lo tanto, desde una perspectiva lingüística, se vincularía y alimentaría más del habla que de la lengua, puesto que es en el habla donde se puede crear e improvisar, alterar el orden que la lengua ha instituido.
 Nunca lo cómico se produce fuera de aquel a quien hace gracia.  En tal sentido el pensamiento cómico pareciera tener un funcionamiento dialectal, porque los dialectos tienden a ser formas en dispersión de un orden generado por una lengua.
  La risa es entonces, una cuña ilegítima, pues su efecto denuncia su procedencia de otro orden, y que sólo puede ser aceptada por aquel que tolere ese carácter heterogéneo.
 Esta naturaleza heterogénea del pensamiento cómico deriva también del hecho de que su naturaleza espiritual se transforma de repente en corporal, que  lo que comienza en la cabeza, desciende al vientre. Es mediante este descenso que se afirma lo material. En el seno del pensamiento cómico se descree de la pureza de nuestra espirtualidad para recordarnos nuestro vínculo físico y fisiológico con los demás animales. Desde esta perspectiva, el hombre es un ser paradógico,  continuamente sumido en sus contradicciones.
 En lo cómico, el hombre juega con su propia deficiencia, que es la de no poder permanecer en el ámbito coherente y armónico del pensamiento serio, en ese ámbito que lo acercaría a lo divino, sino que es continuamente expulsado, arrojado al mundo material.
 La lógica no puede ser nunca el ámbito del pensamiento cómico, pues toda lógica tiende a ser igual a sí misma, a rechazar todo lo que no responda a su modalidad, en tal sentido  se presenta como una práctica encerrada, rígida e inmóvil. Y es de esa rigidez e inmovilidad que se nutre lo cómico, para deconstruirlo.
 En su materialidad, el sexo se relaciona con lo cómico, por eso lo erótico está siempre cerca de lo cómico. Tanto el sexo como lo cómico enfrenta al hombre con su naturaleza doble.
 El propio cuerpo, su materialidad, su precariedad y apariencia, es lo contrario de la eternidad, y es en el seno del pensamiento de lo cómico donde se contempla esta polaridad básica.
 Todos los chistes descansan sobre el mismo mecanismo: hacer aparecer de pronto algo frente a lo cual lo anterior queda desprestigiado o desmentido. El chiste se cuenta justamente para exhibir el modo en que el pensamiento de lo cómico puede funcionar.
   Las orientaciones intelectuales ( que son las formas solemnizadas o canonizadas del pensamiento serio) que ha suscitado la vida, sirven para todo, menos para darnos una explicación de la vida misma. Es la acción oblicua del pensamiento cómico la que nos confronta con lo inexplicable, paradójico y absurdo de la vida.
   El pensamiento serio, vulgarizado tiende a volverse mecanicista, tiende a recortar de la  heterogeneidad que la vida presenta un aspecto al que trata aisladamente y restándole su complejidad y sus contornos. Por eso es que el pensamiento serio suele desembocar en este callejón sin salida que consiste en explicar la vida mecánicamente.
 El pensamiento más vivaz se congela en la fórmula que le da expresión.
 La inteligencia se caracteriza por su falta de comprensión de la vida.
    La vida, como la materia, no es cosa, sino flujo, fluidez de aquí deriva la palabra humor,( el humor es lo fluido) y ocurre entonces que lo inestable (fluido) no puede pensarse mediante lo estable (sólido), lo que se mueve mediante lo inmóvil.
    Las orientaciones intelectuales no sirven para comprender la vida, la realidad vital queda omitida, encerrada en su rígida lógica. ¿ Qué es, entonces,  lo que causa gracia? El intento de hacer entrar lo real dentro de nuestros conceptos.
    Don Quijote por ejemplo,  es cómico por muchas cosas, pero principalmente porque tropieza siempre consigo mismo. Es decir, porque su armadura, que debiera facilitarle la defensa, también parece atacarlo. Es como si fuera su propio enemigo y fuese sorprendido una y otra vez por esta situación.
   El pensamiento de lo cómico suele por eso actuar sobre los caracteres constituidos, como lo hace Moliere con sus personajes que encarnan caracteres, esto se debe a que todo carácter es lo previamente construido, y es sobre esa construcción sobre la que opera. Ahora bien, como su acción se funda en la aceptación de la complejidad irreductible de la vida, suele llamar la atención sobre la parte inerte de algún suceso, y la aparta de la vida. También denuncia la repetición maquinal de lo mismo, pues sucede que concebimos la vida como lo irrepetible.
     Si el pensamiento serio se orienta al logro de un fin, al éxito de su mecanismo lógico, el pensamiento de lo cómico se confronta con el obstáculo y él mismo ejerce una acción obstaculizadora con aquel, y por lo tanto difiere cualquier posibilidad de un logro. No de otro modo funciona Esperando a Godot de Samuel Beckett, nada allí es posible, nadie puede moverse, pues su acción aparece obstaculizada continuamente, y es esto lo que hace reír, los medios crecen y se multiplican y dejan de ser medios para convertirse en obstáculos infranqueables. El hombre se halla en lo cómico radicalmente escindido de los fines que perseguía, pero a la vez está obligado a pensar continuamente en esta escisión.
 En lo cómico opera siempre la suerte o la casualidad, nunca la causalidad, si hubiera una causa no habría sorpresa, y además contaríamos con la posibilidad de una explicación.
    Todo muta, cambia permanentemente en el pensamiento cómico, para él, el mundo es indescifrable, y denuncia el modo de aferrarse a la razón del pensamiento serio, si bien éste nos da la posibilidad de aferrar  y sistematizar el mundo mediante un orden creado por él,  el cómico descubre  sino la falsedad de tal operación, por lo menos las limitaciones que supone su modo de operar. Lo cómico revela a cada uno su propia condición.
   El punto más alto de lo cómico se da en aquel que ya no sabe cuál es el fundamento de su lucha. Como la razón no funciona suele tener una presencia ornamental y superficial, y sin embargo –y esto es lo patético- no hay nadie tan razonable como los caracteres cómicos.
    Lo cómico se nutre de la espera como forma  dominante del tiempo en la vida de los hombres. La ausencia de eso que se espera convierte en nada a la vida.
   En el fondo, el pensamiento de lo cómico, niega la esperanza, justamente porque la esperanza parece algo inherente a la condición humana.
    La esperanza que se relaciona con la profecía, es la clave dentro del mundo obstaculizado en el que se mueve el pensamiento cómico. Lo cómico revela aquello que la esperanza profetiza. En realidad se trata de una esperanza nihilista, de una imagen de la esperanza que deriva de su existencia en los relatos heroicos.   En lo cómico la esperanza se proyecta como algo imposible, el protagonista está confinado en el rol del antihéroe, la esperanza está allí para garantizar su frustración.
   En el humor profundo –el humor es profundamente humanista- los que ríen del cómico, ríen en realidad de sí mismos, es decir, el cómico ha logrado encarnar a la humanidad, pues ha logrado contagiar ese efecto sorpresa en el que lo espiritual se transforma  en lo material; y de este modo se opera un proceso de identificación, aunque muy diferente al que se nos ofrece en los relatos heroicos, pues es discontinuo y varía a lo largo del relato.
  En el humor humanista todos fracasan, pero lo hacen a través del cómico. En el otro humor, el antihumanista, el que descree de la humanidad de todos, se opera al revés, se elige una víctima para que fracase por todos, humillándola. Se sostiene la diferencia, el fracaso es del otro, los demás somos inmunes a él.
   El pensamiento de lo cómico busca una forma de equiparación que deviene de desmontar las diferencias que el otro pensamiento había construido, y que aquel revela como falsas o superficiales, y en esa acción deconstructiva obliga a un pensar diferente.
   Lo cómico es infinito, pues infinitas son las postergaciones y los obstáculos para que el objetivo termine perdiéndose. Esta frustración, sin embargo conlleva una reflexión sobre la propia condición humana: porque somos humanos estamos sometidos a postergaciones y obstáculos, es el obstáculo el que otorga fluidez al pensamiento de lo cómico, lo obliga a otros caminos, a buscar otras soluciones e inclusive a redefinir metas.  Lo infinito deriva de la continua interrupción, todo desarrollo debe ser interrumpido, pues el carácter trunco de la vida define lo cómico, en este escenario el logro queda confinado a una imagen utópica. Es el carácter trunco, el que  hace presente la muerte. La muerte representa el gran tropiezo.
    Si lo cómico no se rigiera por el fracaso, si el hombre tuviera éxito y cerrara su propio círculo, si se integrara y convirtiera en un todo, Dios sería innecesario, y lo cómico desaparecería.
    En la actualidad, pareciera que el llamado pensamiento débil al que ha aludido Gianni Vattimo en alguno de sus libros, está desalentando seriamente las posibilidades del humor y por lo tanto de este tipo de pensamiento segundo. Pareciera que asistimos a una época en la que no quedara nada por desmontar o desolemnizar. El escenario que antaño ocuparon los grandes humoristas, parece hoy recorrido por pequeños comediógrafos que parecen no haber comprendido plenamente qué es el sentido del humor.






1 comentario:

  1. "El hombre es un ser obstaculizado", también lo pensaba Foix en "¿Qué es lo cómico?" (Editorial Columba, Argentina); pero no solamente es un ser obstaculizado, sino un ser OPRIMIDO ("Teoría y práctica de lo cómico y de la risa, Editorial Dunken, Bs.As.) http://jovialiste.wordpress.com

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